El panorama pictórico del siglo XVIII en España se cierra con la obra de un pintor fuera de serie, cuyo punto de partida se encuentra en la pintura neoclásica, al estilo de Mengs, y que a lo largo de su obra anticipa las corrientes más ricas y vitales del siglo XX: Francisco de Goya (1746-1828).
Aunque nació y se formó en Zaragoza, Goya vivió en Madrid desde 1775. Allí se convirtió en testigo excepcional de un período muy rico de la historia de España: el que va desde las ilusiones reformistas de los ilustrados de Carlos III hasta la sombría época de Fernando VII, atravesando todos los horrores de la guerra de la Independencia y de los primeros enfrentamientos del siglo XIX entre absolutistas y liberales.
Goya trabajó en el círculo de pintores de la Corte, realizando retratos de la familia real (Carlos III y Carlos IV) y cartones para la Real Fábrica de Tapices, dentro de las normas de la pintura neoclásica. Sus retratos -fue hasta poco antes de su muerte pintor de cámara del rey y el retratista más apreciado de la Corte- son una galería excepcional de personajes destacados de la España de su época.
A fines del siglo su estilo evolucionó hacia un expresionismo desgarrado que le permitió reflejar todo el dramatismo de la vida española en el período 1808-1813.
A partir de 1814 incide frecuentemente en lo espantoso con una maestría genial, especialmente en sus «Pinturas negras». A lo largo de su obra, Goya, fue, por encima de todo, uno de los artistas que ha sabido profundizar mejor en la realidad humana. Al final de su vida, sospechoso de ideas liberales, pidió la jubilación de su cargo de la Corte y se retiró a Burdeos, donde murió en 1828.

Escrito por Oscar Cruellas

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s