Esta frase es cierta para todo europeo que pertenece a la Unión Monetaria. Toda persona que posee un billete de banco, es acreedor de ese banco: el billete es un reconocimiento de deuda. Y aunque nunca vino a visitarme un empleado de dicho banco para «pedirme el dinero», el hecho es que, cuando yo he comprado algo a cambio de billetes, me he convertido en acreedor del banco central. Lo mismo ocurre con la moneda extranjera. Como tengo un dolar en mi poder, soy un acreedor de la Reserva Federal, porque un dolar es el reconocimiento de deuda por parte de dicha entidad.