El primer discurso de Zaratrusta (Así habló Zaratrusta de Nietzsche) expone tres «metamorfosis» del espíritu: cómo el espíritu se convierte en camello, cómo el camello se convierte en león y cómo el león se convierte en niño. El camello simboliza a los que se contentan con obedecer ciegamente; sólo tienen que arrodillarse y recibir la carga, soportar las obligaciones sociales, obedecer sin más a los valores que se presentan como creencias. El camello que quiere ser más se transforma en león, es decir, en el gran negador; simboliza al nihilista que rechaza todos los valores tradicionales. Pero también el león tiene necesidad de transformarse en niño, superar su autosuficiencia para poder vivir libre de prejuicios y crear una nueva tabla de valores. La moral del hombre superior propone una revuelta contra la degeneración de la humanidad que resulta del hecho de que el cristianismo ha domesticado al hombre para convertirlo en un animal aprisionado. La nueva moral pretende estar al servicio del superhombre, al servicio de la «recuperación» de los instintos vitales del hombre; es decir, transformar al hombre que, domesticado por el cristianismo, se ha convertido en mezquino, mediocre, prudente, servil, indiferente, perezoso, dócil, olvidando su verdadera esencia existencial: su Voluntad de Poder.