El proyecto de Dilthey es paralelo al objetivo que Kant se propuso con su «Crítica de la razón pura», si bien, está claro, no en relación con las ciencias de la naturaleza, sino con las ciencias del espíritu; no, pues, una crítica de la razón «física», sino de la razón histórica». Al igual que Kant, Dilthey trata de ofrecer una «epistemología» o «teoría del saber de las ciencias del espíritu». Pero también, al igual que Kant, reducir a una mera dimensión y objetivo «epistemológico» la «Crítica de la razón histórica» sería falsificar o deformar la obra de Dilthey, ya que la intención de este consiste en el esclarecimiento de la naturaleza y estructura de la Vida humana y su originaria y radical dimensión histórica; ya que sólo desde la vida humana se podrá llegar a comprender fundadamente sus diferentes manifestaciones culturales, el sentido de la historia y la misma necesidad, naturaleza y problemas de la filosofía. Por tanto, en el proyecto de la Crítica de la razón histórica late una instancia ontológica e incluso una dimensión «metafísica», en la medida en que cierta «dimensión» metafísica cabe reconocer en los problemas últimos que plantea el «enigma de la Vida».
¿Razón histórica en la metafísica? ¡Grave error! ¿Qué nos dice la filosofía de la historia que no sea un constante ir y venir en la vitalidad del pensamiento? Dilthey demuestra todo el agotamiento histórico en la relativización cronosófica cuando el sentido humano es un absurdo en el universo; en la región más ínfima del espacio conquistando no más que sus necesidades individuales y colectivas. Ilusión nefasta de la hermenéutica antiguamente encadenada al objeto dios, el héroe preferido de la metafísica, por la metafísica humanista del proyecto de ilustración del objeto-hombre: antropocéntricamente, pues. Sin embargo ya es hora de darnos cuenta que ni dios, ni el hombre son centros de algo; que apenas son esto y lo otro, acaso orientaciones lingüísticas, o mil apariencias para un esencia siempre transmutable; pero nunca apoteósis.
A Dilthey se me antoja hallarle más sobriedad histórica, y mucho más de fenomenólogo; posiblemente la distinción falaz entre c. del espíritu y c. de la naturaleza no se le hubiera ocurrido como auténticas deprivaciones de sentido. Personalmente creo que las escuelas escandalosa y redundantemente interpretativas que con él se inauguran son un lastre para cualquier planteamiento fenomenológico que pretenda buscar y solucionar «periódicamente» el enigma de la vida, las respuestas siempre falseadas y corregidas, si acaso pretende llamarse legitimamente actividad teoricaempirica, como diría Norbert Elias, a la unidad sagrada entre logos y pathos.
Actualmente se habla de transdisciplina…
Quizá el error más grave de Dilthey fue desacreditar la filogenética o naturaleza humana como una parte de la historia natural del mundo…