«Clérigos de todas las naciones, si queréis hacer Europa tendréis que morir a la religión bárbara de la invención, de la creación, de la originalidad. Id al fondo de vosotros mismos y reconoceréis que la idea de creación implica necesariamente la idea de violencia, de discontinuidad, de cosa impuesta al mundo por un acto arbitrario. El dios creador que adora la biblia tenía que convertirse necesariamente en el dios de los ejércitos…. Aquí no se trata en absoluto de deshonrar la potencia creadora; se trata de enseñar que hay otras que están por encima de ella. No haréis una tierra de paz sino proclamando, con los Griegos, que la sublime función de los dioses no es la de haber creado el mundo, sino sin crear nada más, haber traído orden, haber hecho un Cosmos»