La burguesía austriaca se diferenciaba de la francesa y de la inglesa en dos aspectos. En primer lugar, no pudo destruir a la aristocracia, ni tampoco pudo fusionarse completamente con ella. A causa de esta debilidad siguió siendo dependiente y leal al emperador. El burgués siempre era visto como un intruso cuando intentaba acercarse a la aristocracia. Por lo tanto, podemos afirmar que nunca hubo una asimilación social directa con la aristocracia.
Ahora bien, era posible conseguir la asimilación a través de la cultura. La cultura de la aristocracia austriaca, no era como la alemana, donde predominaba la moral, la filosofía y la ciencia. Era una cultura estética. Sus mayores hazañas se deben a la arquitectura, el teatro y la música.
La primera fase de asimilación a la cultura aristocrática era meramente externa, casi mimética. la nueva Viena, construida por la burguesía a partir de 1860, era una Viena de piedra. Los edificios están inspirados en el gótico, en el Renacimiento o en el barroco, estilos que no eran propios de la ciudad.
El segundo camino hacia la aristocracia tenía que ver con el patrocinio de las artes escénicas. Ahora bien, esto produjo otro efecto. Si bien la burguesía empezó apoyando las artes para llegar a la aristocracia, terminó por encontrar en el arte una escapatoria de la realidad desafiante. por lo tanto, el burgués culto se apropió de la sensibilidad estética. la consecuencia de todo ello fue el narcisismo.