La filosofía de Hegel hace frente a cuestiones y problemas de carácter religioso y político, se encuadra en un tiempo histórico de revolución y profundos cambios sociales. Religión y política están continuamente presentes en la obra de Hegel. Por otro lado el «método dialéctico» y el «sistema absoluto» pretenden mantener todos los momentos y las instancias de la vida del espíritu y al mismo tiempo unificarlas y englobarlas, en una difícil superación, en el sistema de la Idea o la Razón absolutas. No de un modo aislado ni adjetivo trasluce por doquier en la obra de Hegel una gran ambigüedad.
Esta ambigüedad hizo y facilitó que su filosofía pudiese ser interpretada como una consolidación y conservación de la Religión y de la Teología, y como una justificación «ideológica» de un Poder autoritario y un Estado «fascista»; o bien como una disolución y, a fin de cuentas, negación de la Religión y de Dios, ofreciendo además el carácter dialéctico de la realidad un «motor de transformación» del orden político y social dado. En una palabra, «el método dialéctico» abogaba por esto último, mientras que el sistema podía ser puesto al servicio de la reacción. Engels lo señaló claramente: «quien hiciese hicapié en el sistema de Hegel podía ser bastante conservador en ambos terrenos (la religión y la política); quien considerase como lo primordial el método dialéctico podía figurar, tanto en el aspecto religioso como en el aspecto político, en la extrema oposición».
A la muerte de Hegel, los discípulos e intérpretes de la obra hegeliana siguieron uno u otro camino de los indicados, dando lugar a las denominadas «derecha» e «izquierda» hegelianas.

Escrito por Oscar Cruellas

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