En El malestar en la cultura Freud analiza la naturaleza de la cultura y sus consecuencias para el individuo. En Tótem y Tabú se especificaba que la vida en común presupone una notable renuncia a las tendencias sexuales y hostiles. En el malestar en la cultura se insiste en este punto, y da más importancia a la renuncia a la agresividad que a las renuncias sexuales. El camino seguido por la cultura para imponer esta renuncia consiste en dirigir hacia uno mismo la agresividad por medio de la conciencia moral, del superyo exigente y cruel:»la tensión creada entre el severo superyo y el yo subordinado al mismo la calificamos de sentimiento de culpabilidad; se manifiesta bajo la forma de necesidad de castigo. Por consiguiente, la cultura domina la peligrosa inclinación agresiva del individuo debilitado a éste, desarmándolo y haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior, como una guarnición militar en la ciudad conquistada» (el malestar en la cultura, Alianza editorial). Más adelante señala Freud que «el precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad».
Esta situación es fatal, inevitable. Tal vez será posible paliar hasta cierto punto la situación rebajando las exigencias de la cultura e introduciendo ciertos reajustes (Freud piensa en la posibilidad futura de un tratamiento psicoanalítico de la colectividad), pero la cultura hará siempre infeliz al hombre. El pesimismo freudiano se impone, una vez aceptada la imposibilidad de eliminar ninguna de las tres instancias del aparato psíquico: ello, yo y superyo.

Escrito por Oscar Cruellas

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