La Razón nos impulsa a buscar leyes, condiciones cada vez más generales y capaces de explicar una gran cantidad de fenómenos. Mientras esta búsqueda permanece dentro de los límites de la experiencia, todo ello es eficaz y amplia nuestro conocimiento. Pero esta tendencia de la Razón nos lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la experiencia, en busca de lo incondicionado: todos los fenómenos físicos que pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo, lo que da lugar a antinomías: todos los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del alma, lo que da lugar a paralogismos; unos fenómenos y otros, se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos.
Dios, alma y mundo son, según Kant tres ideas de la Razón que juegan un papel muy peculiar dentro del sistema de nuestro conocimiento. No nos proporcionan conocimiento objetivo alguno, pero expresan el ideal de la Razón de encontrar leyes y principios más generales cada vez.