Buenos días desde Academia Cruellas. Hoy nos centramos en el siguiente soneto de Luis de Góngora.
«Cosas, Celalba mía, he visto extrañas;
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos,
y vomitar la tierra sus entrañas;
duras puentes romper, cual tierras cañas,
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos,
y enfrenados peor de las montañas;
los días de Noé, gentes subidas,
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas;
pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados»
Este es un soneto amoroso de Góngora, fechado en 1591. Lo primero que nos llama la atención es la enorme desproporción que hay entre el tema principal, el dolor causado por el sentimiento amoroso, y el tema secundario, la descripción de una naturaleza desatada y convulsa. Este tema se apodera de casi todo el poema. Además los dos temas se presentan en rotunda oposición, y sólo al final el poeta nos dice que el mundo exterior, catastrófico, es menos temible que los cuidados amorosos que le afectan.
El soneto es una declaración de amor a una dama, Celalba, de la que nada sabemos por el poema, excepto el nombre y la intimidad amorosa con la que el poeta la invoca en el primer verso: Celalba mía. Esta ausencia de concreción visual de la amada contribuye a infundirle misterio y grandeza al personaje femenino.
A lo largo de todo el soneto, los dos temas se contraponen en una tensa comparación que sólo se resuelve al final cuando se repite el juego de alternancia y enfrentamiento entre ambos: todas las poderosas imágenes visuales de una naturaleza en convulsión, terremotos, erupciones volcánicas, desbordamientos, huracanes y, para que nada falte, el diluvio universal, no son nada frente a lo que realmente importa: sus cuidados.
Por cierto, el nombre de Celalba está dentro de la más pura tradición literaria idealista. Cielo y alba forman este nombre poético que encubre al de la mujer real. No es preciso supones que Góngora se refiriese con él a una amada de carne y hueso.