Maria Zambrano tuvo dos grandes influencias en su vida, su padre y Ortega. En el primer libro de María Zambrano, Horizonte del liberalismo, prologa una meditación de su padre que había escrito en 1919, en el que contrapone el trabajo para dominar la naturaleza y la lucha contra el prójimo, manifestándose a favor del primero. Frente a la lucha por la vida el principio de solidaridad. El libro sigue esta misma línea de pensamiento. Además nos propone un liberalismo cultural alternativa al materialismo que nos traería una economía capitalista:”reconozcamos la esclavitud económica y no nos importe ser esclavos de la necesidad -que bajo una u otra forma siempre ha de pesar sobre nosotros- para ser libres en nuestro orbe propio”.
La segunda gran influencia intelectual fue Ortega y Gasset. Ahora bien, también es cierto que dicha influencia la notamos difusamente. Aparte de estas influencias, encontramos en el pensamiento de María Zambrano un sello de fuerte personalidad que se observa en su primer ensayo de 1934, Hacia un saber sobre el alma. En este ensayo parte parte del razonamiento orteguiano de la razón vital. Cree que el racionalismo como la psicología científica han arruinado la esfera del alma, que es un pedazo del cosmos entre la naturaleza y el yo, que es necesario restaurar. La necesidad de un saber del alma y de un orden interior que resulta inapresible por la filosofía racionalista y la razón científica, nos lleva a un saber más amplio y radical dentro del cual pueda florecer este delicado saber de las cosas del alma. Este nuevo saber no es otro que el aportado por la nueva situación filosófica del pensamiento orteguiano. Así nos lo expresa la propia María Zambrano:”Era necesario una idea del hombre integro y una idea de la razón íntegra también. Era necesario tocar con esta nueva revelación de la razón a cuya aurora asistimos como razón de toda la vida del hombre. Dentro de ella vislumbramos que va a ser posible este saber tan hondamente necesitado. El cauce que esta verdad abre a la vida va a permitir y hasta requerir que el fluir de la psique corra por él. Tal es nuestra esperanza.”
María Zambrano abandonó América, para trasladarse a Europa y dedicarse completamente a su auténtica vocación literaria. Esta vocación literaria, al modo personalísimo en que es sentida por María Zambrano, exige un tipo de vida en soledad en que se haga audible ese saber del alma que sólo nos revela sus secretos en esa especial situación vital. El auténtico objetivo del escritor es comunicar secretos, es decir, aquellas cosas que por ser demasiado verdad no pueden decirse hablando, y hay que escribirlas. Así, nos dice que “hay cosas que no pueden decirse”, pues estas son las que tienen que escribirse.