¿Qué es la masculinidad?¿Existe una masculinidad universal?¿Es posible rechazar las barreras invisibles de género que empeoran las relaciones interpersonales, los estereotipos de la vida doméstica, la homfobia, la violencia gratuita?
El sociologo francés pierre Bourdieu considera que «como a Prometeo, a los hombres se les ha atribuido la facultad de robar el fuego a los dioses. El guerrero que vence al enemigo, el religioso que interpreta a los dioses, el donjuán que seduce a las mujeres, el científico que doblega la naturaleza, el técnico que la remodelar, todos los arquetipos viriles suelen hacer hincapié en manifestaciones de un poder humano sobre algo».
Repensar la masculinidad es una urgencia. La masculinidad que parecía evidente, natural y contrapuesta a la feminidad está en crisis, o más bien, me gustaría pensar que está en crisis. Durante siglos predominó el sistema patriarcal que nos llevó a intentar dominar la naturaleza, a la mujer, a las culturas «primitivas» y alimentó las hogueras de la intolerancia, el fanatismo y la crueldad. Los cambios socioculturales de las últimas décadas han logrado que las mujeres reeditan su rol en la sociedad y obligan a hacer lo propio al hombre. Ante la transformación femenina en curso, el hombre ha perdido seguridad en sí mismo, se siente indefenso y acobardado, con miedo y temor ante unos cambios del mundo, que apenas comprende y controla. El hombre actual ha de buscar referentes masculinos positivos en los que reflejarse o de los que nutrirse.
Antes de finalizar me gustaría escribir las siguientes líneas de Goethe:
«Educados en el silencio, la tranquilidad y la austeridad,
de repente se nos arroja al mundo;
cien mil olas nos envuelven,
todo nos seduce, muchas cosas nos atraen,
otras muchas cosas nos enojan, y de hora en hora
titubea un ligero sentimiento de inquietud;
sentimos, y lo que sentimos
lo enjuaga la abigarra confusión del mundo»